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1Pon tus pies en posición. Párese con su pie no dominante al frente con los dedos de los pies hacia adelante. Su pie dominante debe estar hacia atrás con los dedos ligeramente apuntados hacia afuera.- Cambie su peso a su pie dominante.
- Asegúrese de que sus caderas miren hacia adelante, no inclinadas hacia un lado.[1]
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2Prepara la pelota. Ahueca ligeramente tu mano no dominante y coloca la pelota en ella. Asegúrese de que la pelota esté bien equilibrada para que no se mueva ni se caiga de su mano. [2]
- Mantén los dedos ligeramente sueltos para distribuir el peso de la pelota. Esto ayudará a que se mantenga equilibrado.
- No agarres la pelota con los dedos. Quieres que sea estable, pero aún así tiene que poder salir volando de tu mano cuando lo golpees.
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3Baja la pelota. Lleva el brazo que sostiene la pelota al costado de tu cuerpo frente al brazo que golpea. La pelota debe estar a la altura de la mitad del muslo. [3]
- Estire el brazo con la pelota dentro y muévalo hacia un lado moviendo el brazo a la altura del hombro, no el codo.
- Quieres que la pelota esté baja para que puedas poner más fuerza en ella mientras mueves todo tu cuerpo hacia adelante y hacia arriba.
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4Inclina tus hombros hacia adelante. Mueva las caderas hacia atrás y mantenga la parte superior de la espalda recta mientras lleva los hombros hacia la pelota. Esto te acerca un poco más a la pelota para que tengas más control.
- No se encorve, pero asegúrese de no estar erguido.
- A medida que las caderas se mueven hacia atrás, puede levantar los dedos del pie delantero de modo que el talón toque el suelo y los dedos de los pies apunten hacia arriba.
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